jueves, 7 de junio de 2012

Sangre azul

Aviso a mi marido de que me pondré a realizar la escritura de cada semana, mientras camino recogiendo todo aquello que necesito. Me hace saber que se da por enterado con su indiferente "¡Vale!" que oculta el apoyo que me da en cada empresa que inicio. Él sabe que tengo tiempo para cada cosa y que, cada cosa, requiere su tiempo.

Esta semana, acompañada de dolor de garganta, oidos y cabeza, síntomas de una faringitis, trabajar es lo último que me apetece.

Voy al salón, compruebo que la mitad de la mesa principal está libre y me siento presidiéndola, aislada en mi burbuja. Tomo el material que especialmente elegí para el taller: un bolígrafo con la parte superior similar al tapón de La casera y un cuaderno azul con lunares blancos y margaritas donde haré el borrador del ejercicio, tirando de las notas que, mentalmente, he tomado los días pasados y que, difícilmente, pongo en pie, así como folios y una pequeña pluma verde de anillos dorados que, cada semana, llena mis dedos con su pegajosa sangre azul. Ésta, en una escritura con personalidad propia, transcribirá la historia sentenciándola con una firma y una fecha.

                                                                                                                                                        6/5/2012

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