Me despierto en mitad de la noche y al querer levantarme
de la cama noto que algo ha cambiado, porque no estoy sobre ella, sino en el
suelo, y no es el suelo de mi dormitorio. Esto es muy raro…
El sitio en el que me encuentro es un recinto rectangular
que estaría totalmente desierto y solitario si no fuera por una enorme silla
colocada en el centro de la habitación; sentado encima de ella un niño, también
gigantesco, permanece quieto y callado. Me dirijo hacia ellos y cuando alcanzo el
asiento trepo por él hasta llegar a la pierna del niño; intento tocarla y
llamar su atención, pero no puedo… ¡porque no tengo manos! Confundido, me doy
cuenta de que hay una puerta abierta. Así que bajo de la silla y antes de
marcharme me giro y compruebo que el niño tiene una nariz larguísima.
La puerta que atravieso me lleva a otro cuarto en el que
no percibo nada ni a nadie, excepto una ventana que, ¡mala suerte!, está
cerrada, pero tiene unos llamativos cristales de colores que parecen estar
hechos de caramelo transparente. Subo con facilidad hasta ella, pues quiero
saber si ese material es comestible, pero cuando me planto junto a la ventana e
intento chupar el cristal no puedo hacerlo… ¡porque no tengo lengua!
Asustado por esta nueva revelación, pronto descubro que
el cuarto también tiene una puerta de salida y de entrada a otra estancia de la
cual emerge una oscura niebla; voy para allá e intento olfatear la neblina para
confirmar si es humo o sólo aire, pero no puedo averiguarlo porque… ¡no tengo nariz!
De todas formas, me decido, valiente, a colarme en la estancia cuando, de
repente, un lobo inmenso sale disparado de ella con el rabo achicharrado por el
fuego.
Aun así me adentro en el interior de la habitación y lo
único que detecto en ella es una chimenea encendida y otra puerta que me
conduce a una sala donde hallo a un hombre de pie, con sus manos sujetando un
objeto que está pegado a sus labios. Me acerco un poco más para adivinar que se
trata de un instrumento musical, aunque yo no puedo escuchar la música… ¡porque
tampoco tengo orejas!
Me escapo de allí aterrado y accedo a la quinta
habitación que contiene un espejo descomunal, anclado desde el suelo hasta casi
rozar el techo. Me coloco justo delante de él para ver, por fin, aquello en lo
que me he convertido, pero cuando miro… ¡no me veo reflejado! ¡¿Dios mío, soy
un vampiro?! Mientras pienso en ello, aparece un rostro humano en el espejo que
me dice así:
- Te felicito por haber venido hasta aquí. Ahora tres
preguntas te doy a elegir, pero te advierto que sólo los extranjeros que hablan
en verso obtienen una respuesta de mí.
A pesar de la sorpresa, consigo calmarme y empiezo el
interrogatorio:
- Oh, Espejito adorado, ¿sabes tú en qué monstruo me he
transformado?
- En el “Bicho del Libro” te convirtió Merlín, o Insectum Libri, si te gusta más en
latín.
- Y, ¿en qué lugar encantado he quedado atrapado?
- En una Antología de Literatura Infantil.
- Y, ¿qué hago para retornar a mi hogar abandonado?
- Debes repetir lo que dijo Dorothy tras sacudir sus chapines
de rubí.
En ese momento tiro de mi memoria, reproduzco mentalmente
el final de El Mago de Oz y, aunque
no riman, las palabras de Dorothy acuden en mi ayuda:
- “Se está mejor en casa que en ningún lado, se está
mejor en casa que en ningún lado, se está mejor en casa que en ningún lado…”
Me despierto de nuevo y compruebo que, esta
vez sí, tengo todo lo que hay que tener para tocar, saborear, oler, oír y
mirar. Me levanto de la cama y cojo el libro que estaba leyendo instantes antes
de caer rendido por el sueño. Al abrirlo y hojearlo veo desfilar por él a Pinocho, Hansel y Gretel, Los tres
cerditos, El flautista de Hamelín…
Pero al llegar al cuento de Blancanieves
tengo que detenerme, porque ahí, consumido y aplastado por el peso de las
páginas, descansa mi alter ego: el
Bicho de los Libros o Insectum Librorum,
si os gusta más en latín.

Me alegro de que por fin hayas roto el maleficio...ahora sólo tienes te queda coger carrerilla....
ResponderEliminarMe alegro de que por fin hayas roto el maleficio...ahora sólo tienes te queda coger carrerilla....
ResponderEliminarYa te comenté en su día que me encantó y me alegro verlo aquí reflejado para deleite de nuestros sentidos.
ResponderEliminarUn saludo Estrella!
Estrella, no puedes dejar de escribir tus historias. Es todo un gustazo leerlas.
ResponderEliminarMuchas gracias a las tres. Me ha costado arrancar con esto del blog porque cada vez que he intentado subir un texto me ha dado problemas, pero, bueno, como dice María, por fin he conseguido romper el maleficio.
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