
Hace tiempo que no siente nada. Esa luz que dulcemente la acaricia no llega a abrazarla, está fría, vacía... el amor la convirtió en nada. Ha olvidado cómo vivir porque vivir era ella y ya no está a su lado. No sabe perdonarla. No puede perdonarse. Mira con recelo su viejo escritorio, sus plumas, sus libros y su reflejo en la ventana. Reconoce su alma en una esquina de la sala, en una pequeña foto de gran importancia.
Se siente como una estancia vacía, perdida en el mar de la desesperanza.
Han pasado días, semanas, meses, años... y aún así es incapaz de olvidarla.
La descubrió entre la multitud, la reconoció, supo que era ella su media naranja.

Pide como de costumbre té. Tiene la mirada perdida, parece que espera que pase algo, cierra los ojos y la siente a su lado.
Ahí está, puede oler su perfume, de lavanda. Se siente viva, la siente
dentro de ella... con cada inspiración puede gozarla. Escucha su risa, le parece tan
real. Ve el brillo
de sus ojos, ojos que sólo brillaron para ella, hasta que se apagaron
en aquel accidente... Vuelve en sí, la realidad no espera, no puede ignorarla.
Ana se había marchado. Estaba enfadada con ella, le había hecho
tantas promesas... no se hacen si no se pueden cumplir- pensaba. ¿Quién
le habría dicho a Ana que por entretenerse unos minutos más en aquella
librería cruzaría la calle en el momento en el que una
furgoneta perdía el control? Lo que más daño le hizo a Sara fue
encontrar entre las pertenencias de su Ana un libro apenas ya envuelto...
se le había caído de las manos en el momento en el que la abandonaba.
Ese libro era lo único que le quedaba y el culpable de todo- pensaba. Su primera
novela... y su última, había perdido a su musa. La sostiene entre sus manos, pesa tanto... recuerda cuantos momentos
sacrificó por escribirla... y es que Ana siempre estaría a su lado, se lo había
prometido.
Y 7 años después no tiene a su amada, no escribe, respira
pero no vive, no ama... Pocos dirían al pasar bajo su ventana que tras esos cristales se esconde una calma rota, un dolor silencioso que quiebra el alma...

Me gusta como profundizas en el sentimiento de pérdida y aunque es un relato triste deja la sensación de que hubo algo que valió la pena, el amor, que nunca se olvida, aunque la vida ya no tenga sentido al menos los buenos recuerdos siempre permanecen.
ResponderEliminarGenia esta super!
ResponderEliminarMuchísimas gracias! :)
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Muy convincente esa sensación de desesperación y pérdida, de enconcontarse atascada en una situación de angustia que ya no tiene solución. Como siempre, en un tono íntimo y delicado. Pero bueno, quien sabe el futuro de la protagonista. En temas de amor, cuando parece que todo se ha perdido para siempre, un día, por casualidad, el amor nace otra vez.
ResponderEliminarCreo que has hecho un buen trabajo porque la historia es redonda, mezclas los recuerdos, la sensación de ahogo aún en el presente y no sé si te gustaba Hopper de antes, pero encajas totalmente con las sensaciones de su pintura, estupendo!!
ResponderEliminar¡Fantástico, Anabel! Me ha encantado. Felicidades
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