domingo, 27 de mayo de 2012

Sorpresas te da la vida

-He abierto la ventana de esta habitación ajena a mi, pero que es como una dulce melodía dentro del mundo que a partir de ahora viviré y que tanto he soñado.
Clara sentada en la cama  intentaba  ordenar sus pensamientos.
-Me siento liberada como si hubiera descargado una pesada losa que no me dejaba respirar. Ya esta hecho, he dado el paso de abandonarle y no me arrepiento en absoluto.
Dobló las piernas en un gesto de abrazo consigo misma y resuelta exclamó en su interior.


-Estoy deseando verla, tomar café juntas sin prisas, hablar sin tapujos de nuestros sentimientos, mirarnos fijamente y que un escalofrío recorra nuestro cuerpo y un cosquilleo nuestros corazones.



 -o-

El bar de esquina Phillies queda justo enfrente del edificio de ladrillo rojo que se aprecia en la fotografía que el detective privado le facilitó. 



Entró con aire ostentoso, miro por encima del hombro al camarero y pidió un whisky. Observó con desdén a la pareja al otro lado de la barra.
-Me pregunto si conocerán a mi mujer -pensó.
Tomó asiento, su prepotencia no le permitió salir de la duda. Aburridamente se  limitó a esperar y a mirar despectivamente cada vez que bebía de la copa. Se puso a imaginar que haría el primer día que ella llegó a la ciudad con sus pesadas  maletas, acostumbrada como estaba a no hacer nada sin su consentimiento.


-Me la imagino sentada al borde de la cama, haciendo oídos sordos a sus obligaciones y leyendo esa novela que últimamente devoraba y que no me cabe duda fue la culpable del cambio de nuestra vida en común. Además siempre con esa insoportable canción de Mecano a todas horas que decía algo de “mujer contra mujer...”



 -o-

Mientras, en un apartamento situado justo encima del bar Phillies, un suave y cálido viento ondea un visillo de una de las ventanas entreabiertas. Estela busca la  blusa rosa que ella le regaló y que sabe le encantará verle  puesta.
-¡Estoy tan nerviosa! -reconoce, y piensa- al final se decidió y atrás ha dejado al insoportable de su marido. No sé cómo hemos podido vivir tanto tiempo escondiendo lo que sentimos. A partir de ahora compartiremos lo que tantas veces nos han robado. 


Y recuerda aquellos días de playa cuando se conocieron, cada detalle de aquella habitación con vistas al mar.



Las tardes al sol con los demás turistas y donde  las miradas cómplices  pasaban desapercibidas  al resto del grupo.



-Aún tengo tiempo, -se dice- cuántas veces miraré el reloj.
-Bajaré al bar a tomarme un café -sonrie al pensar que será el último que tome sola.


Justo cuando se  dirige a entrar lo ve de espaldas, apoyado en la barra observando a la pareja del otro lado.
-Es él,  como no distinguirlo con ese aire de superioridad y ademanes pueblerinos. No me ha visto. Menos mal que me he dado cuenta. Cómo ha llegado hasta aquí. Me tengo que ir rápido, esperarla en algún otro sitio y escabullirnos a otro lugar. No puedo consentir que la descubra.

-o-

-Esto esta empezando a cansarme, aquí no entra ni Dios, y la calle está desierta, ni un movimiento. Quién querría vivir en un sitio como éste. Nada que ver con mi mundo, con nuestro mundo. No me saco de la cabeza las carcajadas del incompetente mierda del detective cuando me negué a pagarle más dinero por su investigación, la sorna con que señalaba algo en mi  cabeza y el indescriptible gesto de sus dedos,  cuando me canturreó: 
-Sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas... 

2 comentarios:

  1. Muy bien Pilar,

    al final lo has conseguido y te ha salido una historia preciosa, muy original con que el amante era "otra", y no "otro". Además, has sido capaz de usar todos los cuadros (yo me vi incapaz de emplearlos todos).
    Quizás la amante se podría haber llamado Hellen, y por eso mi protagonista no encontraba la felicidad con un hombre, porque tenía que encontrar a la tuya....

    saludos

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  2. Hola, soy Carmen, voy muy atrasada esta semana, aun no he podido publicar nada,lo siento, hasta mañana.Un saludo.

    Carmen Muñiz.

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