jueves, 24 de mayo de 2012

Cuadros de Hopper: Hellen en su soledad

Cuadros de Hopper: Hellen en su soledad

Daniel A. Sánchez-Rodas Navarro
                               
Cuadros: Ventanas de noche -autómata- halcones en la noche- habitación de hotel- morning sun- temprano por la mañana Domingo. Suey Chop.


A sus 45 años, Hellen se da cuenta, cada día, que su vida ya ha pasado, al menos los mejores años de su vida. Hace tiempo que nota y siente que solo le queda un lento y seguro declinar; su belleza se marchita, su círculo de amistades se hace más pequeño cada año. Ella nunca se casó, sus padres ya murieron. Su única hermana vive en la otra punta del país y se ven ocasionalmente. Su trabajo de oficinista es el mismo que hace diez años, que veinte años…siempre igual.
Pero hoy es sábado por la noche, y a su edad todavía le queda algunos rituales que cumplir. Se pasea en ropa interior por su habitación, con cortina descorrida, sin ocultarse de la luz que la ilumina. El vecino de enfrente, como todos los sábados, la observa semioculto desde una ventana del edificio al otro lado de la calle. Ella hace como si ni lo viera, y se entretiene con parsimonia en encontrar la ropa para ponerse esta noche. Hace para él un striptease al revés, poniéndose las medias, comprobando que el sujetador le queda bien, colocándose el vestido, calzándose sus zapatos de tacón, arreglándose el cabello…No, no se puede  defraudar nunca a un admirador secreto, tan fiel y perseverante, que no falla  ni un solo sábado.
La noche pasa sin pena ni gloria, como suelen acabar todas las noches de estos sábados estériles. Como casi siempre, termina en el bar de la esquina, casi vacío a estas horas de la madrugada, último refugio de almas perdidas y solitarias como la suya. Saluda al barman, ese amigo de ratos ahogados en alcohol, y le pide su copa favorita. Él ya la tiene preparada nada más verla entrar. Hellen se sienta en una mesa, recordando que hubo un tiempo en que fue más feliz, cuando era joven, llena de ideas y proyectos, y había hombres, aquí y allá, pendientes de ella. Pero todo eso ya murió.
No permanece sola mucho tiempo. Una mujer como ella no permanece mucho tiempo sola en un sitio así. Hay dos hombres también en el bar. Uno de ellos es nuevo, pero al otro ya lo ha visto varias veces antes por allí. Algunas veces se han intercambiado miradas. Hoy, el hombre parece más decidido. Duda durante un rato, pero finalmente se acerca.
-¿Le puedo invitar a una copa?- pregunta con voz suave y segura.
Ella suspira, entre aliviada y hastiada. El juego siempre comienza así. Mira su copa vacía y asiente con la cabeza.
- Por supuesto- dice con su mejor sonrisa- siéntese, por favor.
La noche para los dos sigue en vuelta en alcohol y conversación superficial. Una, dos, tres copas más. Algunas risas, algunas miradas cómplices.
- ¿Nos vamos a un sitio más tranquilo?- el hombre por fín llega al fondo del asunto.
 Ella lo mira, entre esperanzada y resignada, pero no pierde su sonrisa.
- Claro, vámonos.
La noche es como tantas noches de sábado por la noche. En la habitación del hotel se desatan el anhelo y el deseo, pero no el amor. Las horas de pasión son largas, pero todo tiene siempre un final. Mientras él se ducha, ella comienza a vestirse otra vez. Se fija en su alrededor. Hay varias maletas en la habitación, incluso un libro. El hombre deber ser un viajante, seguramente vendrá a la ciudad de vez en cuando, por eso lo ve en el bar de tarde en tarde.Quizás nunca más se vuelvan a ver. Ya se lo han dicho todo con sus cuerpos, realmente no hay nada más que decirse con palabras. Hellen se va sin despedirse, mientras él está todavía en la ducha. Con los años se aprende a evitar situaciones embarazosas.
Vuelve a su casa y duerme pocas horas antes de amanecer. La ventana sigue sin cortina. El sol, tan temprano, la despierta sin remisión. Ella se incorpora en la cama. La cabeza le aturde un poco de tanto alcohol. Su cuerpo, si embargo, está sosegado después de una noche de deseo satisfecho, pero el alma sigue tan vacía y solitaria como siempre.
Se asoma un momento por la ventana. El silencio es completo en la calle, las personas honradas descansan con sus familias. El sol naranja que se asoma tímido por el horizonte apenas calienta. Todavía hace frío. La ciudad parece muerta.
Se asoma más. ¿Y si se resbalara, y si se cayera desde la tercera planta de su casa? Se  acabarían esos días grises de lunes a viernes en el trabajo. Se acabarían esos sábados de vestirse para su fiel admirador y desvestirse en un hotel, cada vez para un nuevo desconocido. Se acabarían esos domingos por la mañana que saben a cementerio.
Cierra los ojos, y se aleja de la ventana. No, hoy quizás no. Hoy viene su hermana a visitarla, y almorzarían juntas. Su hermana, su doppelgänger, que si se había casado, que tenía hijos, que disfrutaba de su vida, que era todo lo feliz que ella nunca fue. 
Suspira. La ventana siempre estará allí, esperándola. Quizás otro día.
Además, a pesar de todo, queda la esperanza, cada vez más débil y lejana, de que uno de esos sábados por la noche, en una habitación de hotel, además del deseo, encuentre el amor.

5 comentarios:

  1. Genial Daniel, te ha salido redondo. Has sabio hilar las escenas reflejando la soledad de la que al parecer Hopper hace gala. Desde el principio hasta el final la soledad está presente tanto en los personajes como en los escenarios. Si me permites una sugerencia hay dos veces en las que empleas la palabra "enfrente" casi de seguido, si suprimes la primera el texto se entiende igualmente.
    Me ha encantado. Ahora el problema es a ver que se me ocurre a mi, porque cuando intento imaginar escenas aparece tu "Hellen en su soledad".

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    1. Pilar,

      gracias, miraré ese "enfrente", qe siempre ven más cuatro ojos que dos....y ánimo para escribir, que todo es ponerse. Lo que pasa que no creo que salga algo divertido esta vez...¿o no?

      Si te digo la verdad, tampoco me atraía mucho al principio estos deberes, pero anoche me quedé mirando los cuadros un buen rato, hasta que me fue calando la tristeza y soledad que transmitían...luego la historia salió del tirón. Incluso anoche me acosté un poco triste después de escribirla....sniff

      saludos

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  2. Muy acorde con lo que Eduard Hopper quería enseñar en sus cuadros. Yo personalmente hubiese usado otro tiempo, se me da muy mal describir en presente, pero le da un toque de veracidad en tu relato.

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    1. Thank you Narciso

      Lo del tiempo verbal, como dices, es importante. Lo empecé a escribir en pasado, pero luego me di cuenta que escrito en presente era más fuerte y real el sentimiento de soledad de la historia, así que lo cambié.

      best regards

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  3. Buen relato, que pese a lo oscuro y crudo de la realidad de los cuadros ,ve una luz de esperanza en tu letra.

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