lunes, 21 de mayo de 2012

¿Qué harás el resto de tu vida?


Practica: Insecto/Monstruo

¿Qué harás el resto de tu vida?

En mi sueño una gramola de los años`60 tenía una canción seleccionada. Aún recordaba las palabras de Sting, algunas, y la música esa me la sabía muy bien. Sobre todo el zumbido, profundo y melódico de la trompeta tocada por Chris Botti.

Mientras sentado en el esponjoso sillón rojo del pub de Grease esperaba mi plato. Al traérmelo había flores sobre el.

“¿Qué harás el resto de tu vida?”

Se titulaba la canción que me hacía estremecer de dolor, pues el sonido ya no venía del exterior sino que brotaba dentro de mi ser, martilleando en mi cerebro.

Me encontraba en pijama, cuando sobresaltado por el sonido de la radio, oía una y otra vez el zumbido dentro de la canción ¡Bziii, bziii! Al ritmo sincopado de la canción.

Parecía la estática pero no acaba de serlo, era gutural, algo metálico y muy agudo. Me sobresalté al darme cuenta que era yo mismo, era mi boca, sin labios quien tarareaba.

Abrí mis ojos en la oscuridad del cuarto, todo él olía a flores, barro y algo más. De nuevo inquieto, ya ajeno y alejado del sueño me levanté.

Me costó bastante , puesto que mi cama se sentía pequeña, frágil, cuando intenté moverme para incorporarme crujió la débil estructura donde yacía.

No noté del todo mis piernas, ni mis brazos, aunque podía moverlos bajo la colcha. Pero las cuentas me fallaban porque donde debieron estar los bultos de piernas y brazos habían otras...cosas.

Conté seis.

Un par donde debieran estar mis brazos y cuatro a la altura de mi abdomen. Los traté de mover y reaccionaron de manera extraña, era como respirar podía manejarlos con suma facilidad, eran duros y acabados en una afilada punta, aunque de tacto casi insensibles.

Goteando de lo que fue mi nariz colgaba una trompa larga y negra, mi boca ya no era mi boca era unas fuertes y duras mandíbulas de ébano. Grité tras un siglo de intentos:

-¡Bziii, qué me ezzztá pazzzzaando!-el esfuerzo me había agotado, apenas pude articularlas. De nuevo mi cuerpo me traicionaba.

Me agité y pude quitarme la colcha de encima. Caí de la cama con el esfuerzo, era muy estrecha
para mi. Me levanté a duras penas apoyándome en la mesa del escritorio.

Busque a tientas con mis patas, en la oscuridad de la habitación, el interruptor de la luz. Tras tropezar con la silla, el escritorio y casi caer la pantalla del ordenador lo hallé. Una luz blanca me perforó la visión en un zumbido de dolor.

-¡Bziii!grité mientras movía una de mis patas para taparme pero era imposible. Mis ojos eran demasiados, el resplandor se dividía en minúsculas cajitas por donde una luz me hería. Mis ojos lograron adaptarse. Giré en busca del espejo.

Quería ver como era, en que espantosa abominación me había convertido. El espejo me esperaba delante, en el aparecía una grotesca figura.

Una cabeza negra, con unos grandes ojos protuberantes, divididos en cientos de celdas. De la cabeza colgaban un par de antenas negras como la noche, acompañada con un vestigio de mi pelo castaño en la coronilla, que se iba cayendo. Ese cuerpo del espejo, tenía el tórax ancho y peludo, amarillento.

Miré hacia abajo, vi el pijama hecho jirones en el suelo, al elevar mi vista en mis lados del tórax vi las cuatro patitas quitinosas. Dos a cada lado, de lo que fue mi abdomen.

El espejo volvió a hablar, y me mostró una gran masa globular, que ahora era parte abdomen a rayas
negras y amarillas. Estaba cubierta con el mismo pelo de mi tórax, mi trasera estaba rematada en un
afilado aguijón con formas sesgadas, para agarrarse mejor a su presa.

Mi cabeza se llenaba de información, veía toda la habitación y a mi mismo. Mi cuerpo empezó a
temblar. Me agité y de un fuerte golpe, caí la ropa preparada en la mesa junto a mi cama.

Caí un marco de una repisa, crujió el cristal en el suelo. En la foto yo y mi familia pasábamos un día en el campo, como cada domingo. Parecíamos felices en el merendero de la playa.

No eral real, me dije, intentando controlarme.

Era un sueño, el alcohol, alguna droga, una maldita pesadilla, tenía que serlo. Golpeé toda la habitación hice trizas cada mueble y pared, acabando todas cubiertas por mi odio y el fluido de mi trompa.

Luego, el silencio.

De dentro de mi cabeza, provenía de nuevo un zumbido familiar, unas letras, una canción. Me resistí a escucharla, pero era tan seductora, familiar.

“Todo empieza y acaba conmigo...sólo tengo una petición en mi vida”

Asustado traté de aclarar mi mente, ver que podía haberme pasado o hacer. En casa estaba mi familia ellos podrían ayudarme.
De nuevo la canción, más fuerte y profunda bullía en mi mente, brotaba de todo mi alrededor y llegaba a mi a través de mis antenas, y de mi boca volvía a surgir el ruido ¡Bzii,bziii!

“El silencio quiere que se haga...voy a dezzzpertar lo que está durmiendo en tus ojos”bzii, bzii.
Choqué contra todo, rompí las paredes, hice trizas las trizas de mi cuarto y salí al pasillo lleno de cascotes y polvo de ladrillo.
Me me estaba esfumando, quitándome la cordura y dentro de mi, quedaba solo la canción.

“A través de toda mi vida...Verano, Invierno, Primavera y Otoños de mi vida” Bziii, BZIIII.

Mi cuerpo cubierto de polvo se levantó dejando atrás los cascotes y la furia.

Mis mandíbulas se movieron:
-¡Zi, mi reina!- pronunciaron las mandíbulas- Obedezzco y cumplo tu voluntad por vozzz. El resto de la casa estaba también destrozada, en el salón el sofá y la tele de plasma y las librerías yacían por el entarimado.

Todo era polvo, roturas y astillas y un liquido viscoso cubría el suelo. Olía dulce.

Junto a la puerta esperaban los que fueron padre, con una pantufla colgada en una de sus patas abdominales y madre con un potingue verde en la cara. Detrás mía, una joven cría con coletas volaba a la altura de mi cabeza.

Ya no éramos nosotros, compartíamos mente, deber y amor por la Reina. Volvíamos a casa, a la colmena. Agitamos las alas una vez fuera de la casa humana, y nos elevamos hacia el cielo. De fondo por todo el barrio, de cada barrio de la ciudad zumbaba en la mente colmena. BZIII, BZIII

“Todo lo que siempre recordaré mi vida, es toda mi vida contigo”.

Por Juan J Ortega Fernández

(Basado en la canción What are you doing the rest of your life de los autores: BERGMAN, ALAN/BERGMAN,e interpretada por Sting y a la trompeta Chris Botti)




Lyrics:

http://www.songmeanings.net/songs/view/3530822107858617978/



2 comentarios:

  1. Genial Juan. Tu relato está plagado de escenas y sensaciones que transmiten el sentir del protagonista. Me han gustado las notas cómicas cuando se encuentra con el resto de la familia. Estupendo introducir fragmentos de la canción a lo largo del relato, que por cierto me ha servido de banda sonora mientras lo leía como si de una peli se tratara, muy buen detalle el tuyo el de dárnosla a conocer.
    Saludos Juan!

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  2. Gracias. Pilar. Da gusto que lo lean a uno y que lo comenten aunque sea para bien je,je.

    Era un momento critico para el protagonista que se veia transportado desde el sueño a la realidad. La nota no era cómica, pero por la brevedad lo ha sido cuando los presento.

    Esa canción me dió mucho juego y viendo que podía ser uno durante toda la vida, pues salió la inspiración. Es muy buena yo la oía continuamente para sentirme un poco como el prota con esa sensación de repetición y urgencia.

    Saludos Pilar :)

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